Soy un asesino… fue hace muchos años y tengo que admitir que por mucho tiempo no sentí ningún remordimiento. Hoy… me doy cuenta de que lo peor de todo fue la traición que cometí. Ni si quiera entendía que la frustración con la que vivía todos los días era el resultado de esta traición.
Me encantaría poder tener una máquina del tiempo para regresar y encontrarme conmigo mismo cuando tenía 6 años. Seguro muchos han pensado qué consejo se darían a sí mismos si pudieran regresar en el tiempo, yo no, yo me pediría perdón… perdón por asesinarlo, perdón por traicionarlo, perdón por haber pensado que sus sueños no eran mis sueños.
¿En qué momento decidimos darles la espalda a nuestros sueños? Me tomó tiempo darme cuenta de que madurar no tenía nada que ver con esto y que las famosas crisis de vida tienen un origen y muchas veces, se pueden evitar.
Así como maté a mi niño y a sus sueños, decidí emprender una travesía para revivirlo. Tal como lo hacía de niño que agarraba el palo de la escoba, le ponía un paliacate amarrado con mis cosas y me salía al jardín a vivir una aventura, dejé de lado los prejuicios y sin saberlo… el corazón de mi niño latió por primera vez en años y pude comenzar a recordar cuáles eran mis sueños.
En ese momento me cayó una cubetada de agua helada y supe qué tenía que hacer. Me vi en el espejo y me dije: #PiensaComoNiño
Entendí que la vida se divide en tres etapas:
1: Cuando eres niño.
2: Cuando dejas de creer en Santa
3: Cuando nos convertimos en adultos.
Así como hay tres etapas en la vida yo hice tres cosas para devolverle la vida a mi niño y de esta forma darles una dirección a mis sueños. Aquí van:
En primer lugar y lo más lógico, vuelve a soñar. Pude darme cuenta y entender que los adultos vivimos frustrados principalmente porque tenemos sueños sin cumplir.
Si nos diéramos autorización de ser flexibles y transformar nuestros sueños viviríamos más felices. Un niño se da esos permisos, el niño sueña con pilotear una nave espacial y no se matricula en ingeniería aeroespacial para cumplirlo, lo imagina, lo construye, lo vive y lo más importante, lo disfruta. La niña que sueña con ser exploradora no pasa por 4 años de arqueología, simplemente sale al jardín, imagina, construye, vive y lo disfruta. ¿Entonces por qué nosotros nos castigamos tanto con nuestros sueños?
¿Por qué somos tan rígidos y exigentes? ¡Disfruten! Esa es la clave, la vida se trata de disfrutar el camino. Nada más piensen cuando tienen un viaje planeado, a poco no es increíble los días previos al viaje, esa emoción para que llegue el día. Muchas veces incluso llegas al viaje y no es lo que esperabas, pero antes de eso, lo disfrutaste y eso nadie te lo puede quitar.
Cuando éramos niños queríamos ser adultos para no tener que irnos a dormir temprano y tener más tiempo para jugar, lo irónico es que de adultos ya no jugamos, ya no disfrutamos.
En segundo lugar, vuelve a creer. ¿Por qué piensan que dejamos de creer en Santa? ¿Con la edad nos hacemos más sabios? La ciencia nos dice que Santa es imposible porque viola todas las leyes del tiempo y del espacio. Dejamos de creer porque nos preguntamos cómo es que ese gordito puede entrar a todas las casas y cómo lleva todos los regalos a más de 700 millones de niños de todo el mundo. ¿Por qué nunca nadie lo puede ver ni escuchar? Pues les tengo la respuesta, Santa viaja a 9.9 millones de km por hora y así cubre las 31 horas que dura el día de Navidad (si 31 por los diferentes usos horarios). Es científicamente comprobable que, a esa velocidad, el tiempo se hace más lento, Einstein en su teoría de la relatividad nos dice que también a esa velocidad las cosas parecerían encoger, por eso Santa es invisible. Y para responder a por qué no lo escuchamos, fácil. El efecto Doppler dice que, a esa velocidad, mientras más se acerca a nosotros sus campanas suben tanto de tono que los humanos no lo podemos detectar.
Ahora sólo nos queda responder a la pregunta de cómo puede alcanzar esa velocidad… acérquense y escuchen bien… eso es magia. Síííí la magia sí existe. Santa es ese ser mágico que nos da esperanza, nos hace saber que algo bueno va a pasar y que hay alguien que nos ama tanto que nos va a cumplir todos nuestros sueños.
Les cuento que cuando cuestionaba a mi papá por Santa Claus, me decía que siempre que yo creyera, Santa existiría. Hoy les puedo asegurar que Santa no son los papás, Santa vive en los papás, Santa vive en la persona que más te ama en la vida, puede ser tu abuelo, tu hermano o incluso tú mismo. Por lo tanto, sí existe.
Y en tercer lugar, vuelve a jugar, jugar y jugar. Jugar es el alimento del alma, por medio del juego, experimentamos, imaginamos, aprendemos y disfrutamos. Nos sirve para proyectarnos y cumplir sueños. De niños creamos una conexión entre el placer y el juego y que aún de adultos sigue existiendo. Entonces, ¿por qué dejamos de hacerlo cuando somos adultos? Muchas veces es por el prejuicio, por el qué dirán de un adolescente que sigue jugando y aún peor, qué dirán de un adulto que sigue jugando.
A un niño no le importa en dónde ni con quién está para jugar, un niño es un ser primitivo que aún no tiene desarrollada la censura social y se permite vivir todas las emociones al límite.
Yo llevo años estudiando para ser clown, para ser payaso. Ponerme la nariz roja me permite jugar, olvidarme de los prejuicios, deshacerme de las apariencias y encontrarle un giro a la vida.
Un clown no es un niño, un clown es un ser primitivo como un niño. Ve el mundo desde otra perspectiva porque se deja sorprender con todo, desde el objeto más común y corriente hasta el sentimiento más complejo lo vive intesamente. El clown es el redescubrimiento de uno mismo, el redescubrimiento del yo juguetón, del yo feroz, del yo vulnerable.
Para volver a soñar, creer y jugar podemos hacer mil cosas, pero tenemos que basarnos en el principio #PiensaComoNiño. Puedes entrar a un club de coches y emocionarte como un niño con sus carritos. Toma clases de ballet, se una esponja como cuando eras una niña y bailabas sin pena, cuando vayas al estadio enfúndate con el uniforme de tu equipo favorito, ponte hasta los tacos, qué importa qué digan los demás. Embárrate de lodo, píntate la cara y vete en el espejo, solo tienes que ser hermosa para ti, emociónate viendo películas del Santo y Blue Demon, lleva adentro de tu portafolios la máscara de tu luchador favorito, canta a todo volumen en el carro, ilusiónate, emociónate y asómbrate… #PiensaComoNiño
Ahora les pido que cierren los ojos por un momento. Visualízate de niño o niña. En tu momento más feliz de la infancia, a los 6 o 9 años. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás jugando, estás leyendo, qué estás haciendo? ¿Qué escuchas, los discos de tus abuelos, el canal 5? Ahora ve a tu papá, a tu mamá o a tu abuelo o abuela, acércate a esa persona y déjate apapachar. Deja que esa persona que siempre creyó en ti e impulsó tus sueños te abrase que te siente en sus piernas y te diga el gran futuro que tienes y que todos tus sueños los puedes cumplir. Disfruta ese momento una vez más… tómate tu tiempo. Dale las gracias abraza a esa persona y dale un beso.
Sigue con tus ojos cerrados. Ahora te toca a ti apapachar a ese niño y a sus sueños. Ve y siente a tu yo actual apapachar a tu yo de niño. Abrázalo mucho y dile qué gran futuro tiene y que todos sus sueños los podrá cumplir.
Ahora abre los ojos y ve el mundo con los ojos de tu niño. Disfruta y asómbrate de todo por primera vez. Diviértete y ríe. Nunca dejes de soñar, creer y jugar. Te puedo asegurar que tu niño no te va a fallar y te va a permitir cumplir todos tus sueños. #PiensaComoNiño
Jay S-Koch
@Soypapapulpo
